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Yoga: Mis primeras aventuras – Parte II

¡Qué loco! Miro hacia atrás y me parece loco... Luego, pienso no, no fue locura. Es resiliencia. La palabrita está de moda. Quizá con razón, porque tiene lo suyo.


Terminé el profesorado para ser instructora de yoga en el 2011. Creo que allí inició la segunda parte de mi aventura como yogui.

Llevaba varios años trabajando en un periódico de Panamá. Era la editora de la revista infantil. Y en el momento en que recibí mi certificado, comencé a dar clases en las noches en el centro donde estudié el profesorado. Además, armé mi propio estudio de yoga; un negocio propio, con dos colegas. Así pasé tres años de mi vida. Periodista de día; instructora de yoga por las noches. Aclaro, por si las moscas, que la psicóloga en ese entonces estaba en pausa.


El estudio o negocio de yoga lo formé con dos compañeras egresadas del profesorado. Una de ellas mi mejor amiga. Arrancamos bañadas con el entusiasmo de haber logrado la acreditación tras un año entero de estudios y sacrificios. No sé si estaba 100% convencida. Igual, me lancé al agua. Pausa. Ya había sido un reto organizar mi asistencia a clases con las demandas que tiene trabajar a tiempo completo en un diario. Ahora me disponía a tener un segundo oficio después de las cinco de la tarde, varias veces por semana. Un negocio. Sigo.


Entre las tres conseguimos un lugar para dar las clases, con un alquiler inicial muy bajo. Nos anunciamos en redes sociales y entre conocidos. Los alumnos llegaron. ¡Comenzamos! El sueño se hizo realidad. Y la realidad fue tal que nos convertimos en una pequeña empresa. Una pequeña empresa de salud y bienestar. Pero, empresa al fin y al cabo. Eso quiere decir, estimados ojitos que me leen, una empresa con todo esos “detallitos” que tiene el tener una empresa. Detallitos...


Hoy le llaman al pequeño empresario o al independiente “emprendedor”. Te dicen (y te dices a ti misma) que estás en el mundo del entrepreneurship y eso parece darle más glamour al asunto. Le pone emoción. Dan ganas de hacerlo. No es difícil... Eh, no. No tan rápido Batman. Más sobre esto en otro post... Creo que aquí lo que entra bien la explicación de la resiliencia:


Dice la American Psychological Association que la resiliencia “es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, ya sea un trauma, una tragedia, o fuentes de tensión significativas”. Suena bien. Pero ¿qué significa? Les voy a contar lo que NO significa.


Ser resiliente NO significa...

  • Que no tienes dificultades.

  • Que no sientes angustia.

  • Que tienes súper poderes.

  • Que los golpes de la vida no te duelen.

  • Que no lloras de impotencia.

  • Que no te enfermas.


Lo que SI significa ser resiliente es que...

  1. De una u otra forma haces planes realistas y que sigues los pasos para llevar el plan acabo.

  2. Confías en tus habilidades, aunque a veces tengas que hacer una pausa para ver que aún las tienes (y que sigues cuerda).

  3. Conoces y manejar tus emociones, las que te gustan y las que no te gustan, para salir adelante.

  4. Observas y aprendes a cuidar tu salud en sus diversos matices: salud física, mental, espiritual. Escuchas los llamados de atención de tu cuerpo.

Resiliencia significa que aunque la tormenta se lleve tu paraguas, se te mojen las bastas y te encharques, sabes cómo y dónde conseguir otro paraguas… y un cambio de ropa... y seguir.


Cuando estamos con el agua a las narices no tenemos tiempo para pensar. Actuamos. La resilencia nos ayuda a que nuestras acciones sean más asertivas. Somos más efectivos. Y cuando te tomas unos minutos para mirar para atrás, aprecias la maravilla de lo que has hecho. Pienso que todos, de una u otra forma, somos resilientes. Piénsalo. Repasa tu vida. Verás que existe ese momento donde superaste una gran prueba. Pasaste lo que parecía imposible. Y te transformaste. Saliste de la crisálida.


Hay dos cosas más que me gustan de la palabrita resiliencia...


En primer lugar te hace interiorizar que el cambio es lo único permanente en la vida. Todo cambia. Es posible que hayas oído eso antes. Pero, hay que interiorizarlo (hacerlo tuyo, como se dice).


Y dos, que si quieres cambiar tienes que dar el paso. Moverte. Así sea un paso corto. Pero hay que darlo. Seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes es una pérdida te tiempo y energía. Y eso, aunque esto sea relativo a la psicología, yo amigos lo aprendí con yoga.


Dixi.

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