Yoga: Mis primeras aventuras - parte I
Mi ingreso al mundo del yoga ocurre al poco tiempo de egresar de la Universidad de Panamá. Y lo aclaro porque ese punto influyó en mis primeros años como yogui.
Como recién estrenada psicóloga de la primera casa de estudios de Panamá, mi despertar a la milenaria tradición de la India fue con una actitud cuestionadora.
Era una observadora perspicaz; dudaba de todo. No daba brazo a torcer ante prácticas esotéricas que no entendía o que no considerara sensatas.
Gozaba de la compañía de mi comadre Karolina y mi amigo Dani para dar rienda suelta a la irreverencia. Y a pesar de eso, la práctica caló en mí. Sentía gradualmente el bienestar físico y mental que cada clase de yoga me regalaba. Llegué a asistir hasta tres veces por semana a las clases. Pero...
Para esa misma época, gracias a mis estudios como psicóloga, surge la oportunidad de iniciarme en el periodismo. Siempre amé "echar cuentos" y ahora tenía licencia para escribirlos.
El periodismo me puso en contacto con otros profesionales, nuevos aprendizajes, uso de herramientas tecnológicas, eventos, viajes. Me compré mi apartamento propio; me mudé. Viajé. La práctica de yoga fue quedando atrás. Y ni se diga la psicología. Usaba muy poco de esos conocimientos y habilidades. En ese momento luchaba por hacerme una periodista de verdad.
El oficio y sus andanzas me sometieron a retos de alta exigencia, mucho estrés, y problemas de salud. Me gustaba lo que hacía. Sin embargo, también sentía que me faltaba algo.
Y como decimos en buen panameño, me cayó el cuara. Toda esa colección de acontecimientos y ver mi salud afectada me hizo reflexionar. Entendí que la búsqueda de balance, bienestar y de una vida integral era fundamental. Verme, y vernos, como un todo sin disgregarnos en roles separados.
Esa introspección me llevó a mi pequeña epifanía personal. Asimilé que el momento había llegado. La semillita que se había sembrado años antes germinó. Y como por arte de magia, llegó la oportunidad de ingresar al profesorado de yoga, en Akila Yoga Institute.
Lo curioso es que, justo antes de iniciar ese profesorado yo salía de una incapacidad que me había impedido hacer actividad física por meses... No les miento: me dio miedo de no dar la talla. Pero me lancé a la aventura. Eso fue en el 2011. Sería casi un año entero de aprender a ser yogui y ser periodista a la vez...
Y entonces pensé: estoy aquí y estoy feliz. Aunque luego pasaron montones de cosas más. Dixi.
© Sonia Short, 2016.
