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Alégrate, sé feliz… ¿En serio?


"Todo lo que necesitas es amor"

John Lennon.

Sé feliz. No te enojes. Sonríe. El consejo de moda. Pero, ¿qué pasa si realmente te sientes enojado? O triste. ¿Es malo sentirse así? ¿Solo hay que sentir felicidad, amor y paz? La felicidad, el amor y la paz son emociones positivas. Anhelamos sentirnos así siempre. ¿Y las otras emociones? La rabia, el temor, el miedo, la tristeza, ¿son malas emociones?


Te cuento una anécdota… ¡Ah! Es que sí, me pasan unas cosas.


Hace unos años estaba en uno de mis primeros cursos de práctica de respiración o pranayama. Era en la Fundación El Arte de Vivir de Panamá. Las instructoras eran Emilia y Nélida, dos mujeres que admiro por sus conocimientos, paciencia y entrega. El curso duraba unos cinco o seis días. Diariamente nos sentábamos en el suelo del espacioso y cómodo salón para aprender técnicas para respirar y relajarnos.


Al avanzar el taller nos preguntaban cómo nos sentíamos. Si notábamos efectos de la práctica en nuestro ser. Yo escuchaba lo que decían los compañeros del curso pasmada: “¡Que me siento livianita!”… “¡Que estoy súper más feliz!”… “¡Que paz en mi corazón!”… ¡Yo hervía de rabia! Quería salir de allí y no regresar jamás. Sentía RABIA.


Pero, me quedé. Aunque, a medio curso, no aguanté más. Cuando escuché a uno más hablar de la gran felicidad que sentía, levanté la mano para hablar. Y lo solté. “Me van a disculpar”, dije. “Aquí todos hablan de sentirse felices, en paz y no sé qué más. Seré marciana, pero yo no siento eso. Yo siento mucha rabia cuando terminamos de respirar y lo que quiero es salir huyendo de aquí...” Silencio.


Con el conocimiento que las apoyaba, creo que ambas instructoras sonrieron. “Eso está bien Sonia. Está bien sentirse así. Son emociones que estás dejando salir. Sigue observando”. Palabras más, palabras menos, así fue. Y me sentí súper bien. Nada estaba mal en mí. Yo estaba bien. ¡Mi emoción era válida!


Las emociones son procesos psicológicos y cognoscitivos. Se desarrollan a lo largo de nuestra vida, en especial en la infancia, gracias a las interacciones que tenemos con el medio. Las emociones nos ayudan a responder ante los eventos y estímulos, según explica la US National Library of Medicine National Institutes of Health (www.PubMed.com).


El cuerpo es el principal vehículo para sentir las emociones. Y dice el médico y psicólogo Robert Plutchik (www.uv.es/=choliz) que hay ocho emociones básicas: alegría, confianza, miedo, sorpresa, tristeza, disgusto, enojo y anticipación. Cada una tiene un propósito específico. Por ejemplo, el miedo nos protege. El miedo prepara el cuerpo para la conducta de lucha o huida.


Es importante sentir las emociones, todas ellas, para aprender cuál es la conducta que más nos ayuda en un momento determinado. Si nunca nos permitimos sentir miedo, siguiendo el ejemplo, el cuerpo no sabrá cómo actuar o adaptarse a una situación de peligro. Y toda esa energía que el cuerpo preparó se queda atrapada, acumulada, porque no se usó.


Sabes eso que dicen que la energía no se destruye, solo se transforma. Nuestro cuerpo no está excluido de esa ley de la conservación de la energía. Quizá eso fue lo que me pasó a mí. Y con los pranayamas, mi cuerpo encontró una forma de “dejar salir” esa emoción que estaba acumulada, que no se había expresado adecuadamente.


El cuerpo siente rabia cuando se siente amenazado o en peligro. La rabia también nos prepara para protegernos. No sé cuándo mi cuerpo se sintió en peligro y no lo expresé. Pero, la energía salió en ese taller. Poco a poco, entre el yoga y la psicología, me puse más en contacto con esa emoción y comencé a tener una mejor respuesta ante ella.

Por fortuna, en ese momento conté con apoyo para mi emoción. Ahora sé que las instructoras del taller me la validaron. Afortunadamente, no me mandaron a ignorar mi rabia otra vez.


Casi todos contamos con un amigo o amiga a quien llamamos cuando necesitamos ser escuchados. Es la persona ideal para eso. ¿Sabes cuál es su secreto? Cuando le dices que estás furioso, triste, o enojadísimo por algo que te pasó, te dice: “Sí, tienes razón de sentirte así. La cosa está jodida. Ven, vamos a tomarnos un café o una fría.” Luego, te da unos consejitos.


Y tú comienzas a sentirte mejor porque te escucharon. Te dijeron que te comprendían. Te hicieron saber que estaba bien sentir. Y, la verdad, es que ¡qué bien se siente todo eso! Dixi.


© Sonia Short, 2016.



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