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  • Foto del escritorSonia Short

Cuentos emocionales

En tu niñez, ¿Qué te ponía contento, contenta? A mí... ¡Un paseo a la playa! Jugar en la arena, la brisa, el sol, la comidita rica. ¡Mmm! Vamos a la playa, ¡oh, oh!


Hoy reconozco que el aviso de ese paseo también me ponía ansiosa. ¡Quería partir enseguida! Inquieta, hacía montones de preguntas a mi mamá o a mi papá. Preparaba mi maletita playera con cuidado, para no olvidar ninguno de mis checheritos. Y de adolescente seguí igual. Pero, eso es para otra historia...


Esas cosas que hacia ante de partir a la playa eran formas de regular mis emociones. Y sé que también hubo momentos en mi adolescencia donde mi regulación emocional me llevó por otros caminos.


Va otro cuento emocional…


Con la apertura del primer mini súper en mi barriada nació un nuevo recurso anti aburrimiento para mí. Aunque yo siempre fue bien inventiva, había tardes en que me aburría. ¿A nadie le dan un curso de chiquito de qué hacer con el aburrimiento, no? "Vaya a buscar algo de provecho que hacer"... ¡Ajá! El cuento es que yo buscaba excusas para ir a la tienda cuando estaba aburrida. Salía con un cartuchito repleto de galletas de sándwich, chocolates tapita o Bom Bom Bum. Cuando había un más de sencillo una malta, una Coke, paleta de helado o un M &M.


Fíjate que las emociones nos mueven...


De niña, la alegría e inquietud de ir a playa me hacían preguntar y armar mi maletín. De adolescente, el aburrimiento me llevaba a la tienda. En el primer caso la conducta es más eficaz o adaptativa que en el segundo. Es cierto que comprar burundangas me quitaba el aburrimiento. Pero, me hizo ganar libras con las que luego tuve que lidiar.


Las emociones también comunican…


Además de movilizarnos, las emociones nos avisan cómo estamos y nos facultan para comunicarlo a otros. A veces, hasta sin palabras. Basta un gesto o expresión facial.


El "boom" de lo emocional



Me gusta que hoy se habla un poco más sobre emociones. No siempre fue así. Ni entre psicólogos. En mis años de licenciatura, para tirar la cédula como se dice, se hablaba más del inconsciente y de las conductas. ¡Y eso que Darwin ya había hecho un estudio sobre emociones! Pero, el tema no estaba “de moda”.


El boom sobre las emociones vino en 1995. En ese año el psicólogo Daniel Goleman publicó el libro Inteligencia Emocional.


La publicación de ese libro puso a las emociones en el escenario público. Ya no eran un tema exclusivo de los científicos. Goleman nos dijo a todos que las emociones eran tan valiosas como el intelecto porque nos permitían “reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, nos motivaban y permitían manejar adecuadamente las relaciones”.


Entonces, se le dio más importancia a las emociones; se les prestó más atención.


¿Prestarles atención?

Las emociones son reacciones complejas del ser humano frente a situaciones y acontecimientos. Ellas van, vienen y varían en intensidad. No son ni las buenas ni las malas de la película. Pero, están para quedarse.


Lo mejor para lidiar con ellas es conocerlas y atenderlas.



Poner nombre a lo que uno siente es un buen primer paso. Pienso en mi yo adolescente… Quizá habría podido parar un momento a nombrar lo que sentía antes de ir a la tienda. Tal vez me habría preguntado: Okey ¿por qué estoy aburrida? ¿Qué otra cosa puedo hacer con este aburrimiento? Probablemente hubo ocasiones en que así lo hice. Fue parte de mi aprendizaje.


Para ayudarnos a regular las emociones se recomienda atender nuestras necesidades básicas. Leyendo uno de los libros de la psicóloga Marsha M. Linehan me aprendí esta listita de seis tips de autocuidado para reducir la vulnerabilidad emocional:

  • Tratar las enfermedades físicas, visitar al médico cuando sea necesario.

  • Comer en horarios, ni mucho ni poco. Evitar los alimentos que nos ponen muy emocionales (por ejemplo, mucho café)

  • Dormir de forma equilibrada, lo necesario para sentirse bien.

  • Hacer ejercicio, al menos 20 minutos diarios para mejorar el estado de ánimo.

  • Evitar drogas que alteren el estado de ánimo, eso incluye usar el vino como sedante para dormir.

  • Hacer todos los días algo que disfrute y que me haga sentir competente.

Sucede que todos somos un poco más emocionales cuando estamos bajo estrés físico o ambiental.


Entonces, bajar ese tipo de estrés ayuda a regularse.


Creo que has visto el comercial de Snicker, ese que dice: ¿No eres tú cuando tienes hambre? Justamente a esto se refieren estos tips.


¡Hasta pronto!


Sonia

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